martes, 4 de diciembre de 2007

Porque merece la pena leerlo

Transcribo a continuación un articulo de Ramón Chao que un buen amigo me ha hecho llegar. No soy catalán, aunque catalanes son mi mujer y mis hijos, y la deriva que en los últimos tiempos está adquiriendo un, a mi modo de ver, estudiado fomento del sentimiento anticatalanista en el resto de España, unido a la creciente desafección, como la denominó el president el otro día en Madrid, y desconfianza que crece en el sentimiento de los catalanes hacia el resto de los pueblos peninsulares, me hace reflexionar en el inmenso valor que tiene el que personas como Chao pongan, aunque solo sea una gota de bálsamo, en este encontrado combate de sentimientos.

Artículo aparecido en La Voz de Galicia. Febrero de 2007.

Me gustan los catalanes porque a lo largo de su historia acogieron e integraron a íberos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, árabes y toda clase de charnegos y sudacas, sin conocer los problemas que afectan ahora a Francia; es un ejemplo.

Me gustan los catalanes porque ya el 7 de abril de 1249 (uno va hacia Matusalén) el rey Jaime I nombró a cuatro prohombres de Barcelona (los paers) para dirimir los conflictos de la ciudad sin violencias ni reyertas.. Esos hombres sabios, que pasaron a cien en 1265, (el Consell de Cent), iniciaron el sistema del gobierno municipal de Barcelona. Gracias a ellos reinó allí la concordia, y antes de empuñar las armas prefirieron siempre emplear la razón.

Me gustan los catalanes porque en toda su historia no han ganado ni una sola guerra, y encima les da por conmemorar como fiesta nacional una de las batallas que perdieron en 1714 a manos de las tropas de Felipe V de Borbón. Cataluña había dejado de ser una nación soberana. Desde entonces, cada 11 de septiembre muchos catalanes y catalanas, como hay que decir ahora, se manifiestan para reclamar sus libertades.

Me gustan las catalanas porque una de ellas, joven y bien plantada por cierto, no vaciló en pegarse a mi espalda durante cuatro días en el asiento trasero de una vespa cuando recorrí la península en pos de Prisciliano.

Me gustan los catalanes porque tienen de emblema un burro tenaz, trabajador y reflexivo, muy alejado del toro ibérico cuyas bravas y ciegas embestidas lo abocan la muerte. Estos animales son de una raza registrada, protegida, y prolíferos sementales. Al igual que el cava, se exportan a numerosos países para mejorar la especie autóctona, como a Estados Unidos, donde crearon el Kentucky-catalan donkey . Y allí no piensan, ni mucho menos, en boicotearlos.

Cierto es que en el carácter catalán confluyen las virtudes del asno. Pero los rasgos diferenciales no se limitan a los de este cuadrúpedo. La población catalana se define por una doble característica : el seny y la rauxa. El seny implica sabiduría, juicio mesurado y sentido común.

Tenía seny aquel catalán que iba en un compartimiento de un tren al lado de la ventanilla. Tiritaban de frío y los otros pasajeros le pidieron que la subiera: 'Es igual', contestó a varias solicitudes, hasta que un mesetero se levantó furioso y alzó la ventanilla... ¡cuyo cristal estaba roto! 'Es igual', volvió a repetir el buen hombre con toda su santa cachaza.

Al seny le responde la rauxa, asimilable a la ocurrencia caprichosa, la boutade (frase ingeniosa y absurda). Cuando de joven y surrealista Dalí iba en el metro y veía a un cura con sotana, le decía: 'Siéntese, señora'. La alianza de estas dos facetas en un solo individuo forma el carácter catalán, que se comunica, se comparte y se aprecia. El otro día al regresar a París en avión desde Barcelona quise ayudarle a un pasajero, dada la exigüidad del espacio, a ponerse el abrigo: 'No, por favor, no se moleste, que bastante trabajo me cuesta a mí sólo'. Pero lo más refinado lo percibí en el taller del ceramista Artigas. Él y Joan Miró estaban trabajando en el mural del aeropuerto de Barcelona. Le pedí a Miró que le dedicara una lito a mis hijos. Puso: 'Para Manu y Antoine, afectuosament'. Cuando la vio Artigas hizo este parco comentario: 'Te lo escribió en catalán para ahorrarse una letra'.

Me gusta Cataluña porque allí, según Arcadi Espada, don Quijote recobró la razón, sin duda contagiado por el seny . Me hubiera dado mucha pena que el Ingenioso caballero muriera loco.

Me gusta Cataluña en fin y sobre todo porque uno de mis hijos eligió su capital para vivir en ella por ser una ciudad abierta, tolerante y discreta.

Ramón Chao
Músico, escritor y periodista, Padre del cantante Manu Chao y Caballero de las Artes y las letras por el gobierno francés

Artículos como el precedente ayudan ha consolidar la convivencia entre los pueblos de España. Otra cosa son ..................., ......................,
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

a mi tambien me gustan los catalanes...
y los gallegos,
y los andaluces
y los madrileños,
y los valencianos,
y ....,
pero no me gustan
los que no les gustan los catalanes
ni los gallegos,
ni los vascos,
ni los andaluces,
ni ....

una abrazo
Joseba

zapalobaco dijo...

Gracias Joseba.
Magníficamente expresado, tanto como el artículo de Chao.

ramon dijo...

Estoy un poco a caballo entre muchos sitios, pero donde mas vinculos tengo en con Barcelona. Viajo mucho a esta ciudad, actúo en sus Tribunales con cierta frecuencia, pertenezco a la Asociación del Maritim, leo catalán muy bien y viajo con el exceso suficiente a toda España como para preocuparme por lo que veo.
Creo que allí pasa algo que es como mínimo preocupante. No hablamos de esas butades zafias de que si los catalanes o los madrileños, o andaluces son así o asá...eso no es serio.
Lo que veo son dos cosas que me inquietan:
La primera es que esa comunidad está cayendo en picado: Cuando en la década de los noventa yo viajaba de Madrid a Barcelona, mi sensación era: ¡que moderno, que adelantado, que bonito que rico! Cuando viajo ahora la sensación es la inversa y es compartida por muchos amigos y compañeros.. ¡que cutre, que antiguo que..! hay un problema obvio y desde fuera se ve muy claro. Sin embargo, eso por si solo no sería grave, algunas zonas suben otras bajan y luego se invierte el signo.
El otro motivo de preocuación es mas grave,por primera vez en mi vida, cuando viajo a Cataluña me siento excluido. No hablo catalán aunque lo entiendo bastante bien y lo leo mejor, nunca he tenido problemas, cuando me expresaba en castellano inmediatamente me contestaban en castellano siempre, sin excepción. Ya no, en mis ultimos viajes, no se ha cambiado de idioma,yo hablaba en castellano y me contestaban en catalán, una situacion absurda y violenta, en muchos sitios y el mas doloroso en la recepción del Museum. Esta sensación no es solo mía, muchos compañeros mios, profesionales que viajan constantemente a Barcelona tambien han observado este cambio.
Pertenezco a la Asociación y me temo que no puedo participar, ahora he recibido una circular pidiendo participación y ofrecimiento de barcos para la exposición de junio y ni se me ocurre ofrecer ninguno, entre otras cosas por la negativa total y unanime de los actuales poseedores de modelos a que viajen a Barcelona, para el caso de que tuvieran a bien elegir alguno.
Es una situación triste, pero existente, comparto totalmente lo que dice Chao, me gustan los catalanes como a Joseba, pero están haciendo cosas muy raras ultimamente y no me explico como gente tan encantadora puede estar dando lugar a una sociedad tan excluyente

zapalobaco dijo...

Gracias Ramón.
1º Por leerme, te lo agradezco de veras.
2º Por ser sincero. Aún te lo agradezco más.
Verás, desde el otro punto de vista de "conflicto" a mi me ha pasado algo muy similar. Por mi profesión he viajado mucho por toda España.
Hace unos años, ya en democracia, ser catalán era un valor apreciado. Lo notabas en la gente, en los taxistas, todos encomiaban Cataluña, sus dirigentes y sus gentes.
Hace unos años, unos pocos años, la cosa ha cambiado, a veces descaradamente. He tenido algún encuentro desafortunado con más de un paisano que me ha recriminado ser catalán. Cierto que solo me ha pasado en provincias centro- ibéricas. Pero me ha pasado y eso, hace unos años, pocos años, era impensable.
Creo que si no hacemos algo, todos, unos y otros, el desencuentro crecerá y eso no es bueno. Para nadie, Ni para Catalanes ni para no Catalanes.

Anónimo dijo...

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